"2015 nosotros pondremos el alcalde", decía hace ocho años Kate Mentink en una entrevista con el Mallorca Zeitung. La profecía de la entonces concejala de Turismo y Ciudadanos Extranjeros en el municipio de Calvià difícilmente se cumplirá. A día de hoy, en toda la isla, tan solo existe una concejala alemana, los partidos políticos son un asunto casi exclusivo de los lugareños, y el papel de los extranjeros residentes en Mallorca se limita, si acaso, a criticar, rajar y refunfuñar. La ­política de la isla da motivos de sobra para ello.

El nuevo año ofrece una buena oportunidad para abandonar esta atalaya del observador e involucrarse. Hay cuatro elecciones a la vista, entre ellas las municipales, en las que también pueden votar alemanes y austriacos. Debatir y participar, ya sea en actos de campaña, depositando el voto o incluso presentándose como candidato: tras años de lucha contra la corrupción y de crisis presupuestaria se vuelven a abrir márgenes de maniobra para hacer política.

El sistema partidista está en movimiento. Tanto a los grandes partidos como a las nuevas agrupaciones políticas como Podemos les sentarían bien correligionarios extranjeros. En especial estos últimos movimientos permiten participar en una refundación de la política y demostrar con los hechos que a los alemanes de Mallorca ni les preocupan exclusivamente sus fincas ni su principal preocupación es el rechazo a la lengua catalana. Pero también a los grandes partidos tradicionales, al PP y al PSOE, inmersos en sus batallas, les vendría bien que gracias a integrantes alemanes les llegara algo del espíritu conciliador de la gran coalición que gobierna en Alemania.

La política mallorquina, claro está, no necesita de alemanes que todo lo saben mejor. Pero tampoco se beneficia de la abstención de los residentes extranjeros. Y el resultado no tiene por qué ser, de entrada, el cargo de alcalde.

En este sentido, a todos vosotros, ¡un 2015 feliz y fecundo en acontecimientos!