Las calles de Palma están repletas de coches, y los autobuses municipales no funcionan bien. Y rutas para bicicletas casi no existen. En algunos barrios, los ciudadanos se quejan: Nadie recoge la basura, dicen, los excrementos de los perros están por todas partes. Y los gastos sociales fueron recortados bastante por el ayuntamiento en los años pasados, para la cultura prácticamente ya no hay fondos públicos. ¿Es ésta la ciudad tan perfecta llamada Palma, condecorada recientemente por periodistas del semanario británico „Sunday Times"?

Bueno, los miembros del jurado al parecer estudiaron la capital balear con una mirada muy selectiva. El casco histórico que mide sólo pocos kilómetros cuadrados, el paseo marítimo de Portitxol o el barrio guay de Santa Catalina tienen seguramente algo encantador. Cada día son limpiados, casi todos los días un nuevo inversor en general extranjero empieza con la reforma de un edificio deteriorado. Además, por ahí se encuentran buenos restaurantes, cafés bonitos, tiendas encantadoras, callejones pintorescos. Si uno es viajero o residente extranjero, rápidamente se siente en algo así como Disneylandia si tiene dinero suficiente. Así que no sorprende que estos lugares de Palma atraigan a cada vez más gente adinerada. Y rankings obsoletos como el del „Sunday Times" aumentan aún más esta atracción.

Y ahora la otra cara de la moneda: Los precios para apartamentos - también de alquiler - suben en los barrios arreglados, y muchos mallorquines ya no los pueden pagar. Los lugares con problemas sociales no sólo son „olvidados" por los huéspedes extranjeros, sino también por los gobernantes de la ciudad. Ellos parecen ocuparse más bien del marketing turístico del casco antiguo que de la miseria en Son Gotleu. Por otro lado: ¿Sólo queremos un mundo ordenado? ¿Ésto no nos aburriría? Es que una ciudad también necesita lo contradictorio. Y barrios para que ningún ranking se interesa.