Los deseos y las buenas intenciones para el Año Nuevo tienen algo en común con los anuncios de los políticos mallorquines: son numerosos, pero nunca puedes estar seguro de si se cumplirán. Y cuándo. Da igual si se trata de dejar de fumar y hacer más deporte o inaugurar por fin el palacio de congresos en Palma: tanto a pequeña como a gran escala la diferencia entre el deseo y la realidad con frecuencia es considerable.

Entonces, ¿por qué no renunciar del todo a los deseos y anuncios? Quien no se fija objetivos, tampoco los puede incumplir. Y en comparación con las crisis y las catástrofes allí fuera en el mundo, Mallorca es una isla de la calma en la que los problemas son relativos. Tanto los mallorquines como los residentes extranjeros se lamentan, pero comparativamente tienen poco de qué quejarse. Muchos problemas están sin solventar desde hace años. Y es probable que también 2016 pase sin que la política y la sociedad encuentren una respuesta. Y la vida sigue.

A pesar de todo anterior - o precisamente por ello - queremos expresar un deseo para el Año Nuevo: ¿No sería

fabuloso participar más de lo público en vez de solo lamentarnos en privado? Empezando por la política local: aunque el referéndum del Borne a algunos les parezca ridículo, demuestra el deseo de una mayor participación política. Continuando por la política balear y nacional: reformando la financiación de las Comunidades Autónomas e introduciendo un modelo federalista, Baleares tendría más peso a nivel estatal y ya no se podría echar tan fácilmente la culpa a un Gobierno central cicatero. Y también a nivel internacional se necesita una mirada más allá de la isla. ¿Cuándo podrá aportar la isla finalmente su granito de arena para aliviar la crisis de los refugiados? Hay mucha energía en Mallorca que se suele quemar en las trincheras ideológicas y en la autocomplacencia. Ojalá, el año nuevo la empleemos con más sentido.