Está ocurriendo todos los días en Alemania, pero no siempre nos enteramos: mujeres que son humilladas psicológicamente, golpeadas o, en el peor de los casos, asesinadas. Los autores no son desconocidos sino sus propios parejas o exparejas. En la mayoría de los casos no lo comentamos abiertamente, y seguramente no hacemos suficientemente en contra. En lo que a la violencia de género se refiere, Alemania, nosotros los alemanes, podemos aprender mucho de los españoles.

Los resultados de un estudio a nivel europeo del año 2014 son estremecedores: el 22 por ciento de las mujeres alemanas han sufrido un abuso sexual o físico por parte de su pareja a partir de los 15 años. Entre las españolas, era el 13 por ciento. La mitad de las alemanas indicó haber vivido algún tipo de abuso psicológico por parte de su pareja. Entre las españolas, el porcentaje era del 33 por ciento. Es éste un punto relevante puesto que en casi todos los casos la violencia psíquica precede a un ataque físico.

El hecho de que las cifras en España sean mucho más bajas no es casualidad. Es el resultado de más de 20 años de concienciación sistemática y de la sucesiva ampliación de un sistema de protección a las afectadas.

Empezando con conferencias en los colegios en las que los jóvenes aprenden que una relación sana no tiene que ver con control y celos sino con confianza y respeto. Y sí, más de un alemán en este tema necesitaría una clase de repaso. España ya tenía un teléfono a nivel nacional para las víctimas de violencia de género cuando Alemania en el 2007 decidió crear uno. Y hace tiempos que España desglosa los asesinatos según el sexo y la relación entre autor y víctima, lleva estadísticas minuciosas y las publica con regularidad. Alemania tan solo hace tres años dio los primeros pasos vacilantes en este tema. Cuando los medios de comunicación alemanes hablan en sus titulares de dramas familiares, en España escriben: víctima mortal por violencia de género. Y todo el país se detiene para un minuto de silencio.

Todo eso marca la diferencia - por desgracia para las mujeres en Alemania.