El mundo al revés: mientras que el Partido Popular que gobernaba hasta el año pasado con mayoría absoluta invitó el miércoles a un acto electoral casi íntimo del presidente de Gobierno español Mariano Rajoy a Port de Sóller, el partido de izquierdas Podemos aglutinó miles en Palma. El partido que, valga la pena recordar, tiene poco más de dos años de existencia, montó el único macroevento de la campaña electoral en Mallorca.

Los dos nuevos partidos, Podemos y Ciudadanos, se han hecho mayores muy deprisa. Antes, los partidos tradicionales prácticamente se repartían la campaña electoral. Ahora, las cuatro cabezas de lista compiten en igualdad de condiciones. Nadie pensaría ya en hacer un debate de televisión solo con los dos otrora poderosos. Ahora se ha de tomar en serio las críticas a la desigualdad social (Podemos) y a la corrupción política sin límites (Ciudadanos). Los votantes, en masa, han cambiado de bando a favor de las nuevas alternativas. El sistema político español ha dejado atrás las anquilosadas estructuras y se ha modernizado a marchas forzadas.

Y, sin embargo, el vertiginoso avance de los nuevos partidos también conlleva problemas. Gran parte de su vida política ha consistido en campañas electorales. Su éxito no se basa en logros de Gobierno, sino en su crítica. La maquinaria de campaña de Podemos y Ciudadanos ya es igual a la de PP y PSOE. También los nuevos partidos emplean trucos retóricos, culpando por ejemplo, como sucedió en Palma, de la muerte accidental de trabajadores a los hoteleros en su conjunto. En vista de la gran cantidad de frases huecas sería interesante ver como un político de Podemos se las apaña con la falta de recursos públicos. Por eso es tan importante que los nuevos partidos por fin asuman responsabilidad de Gobierno - ya sea de socio minoritario o mayoritario. Nada peor que una gran coalición de los dos partidos tradicionales. Aunque tan alterado todavía no está el sistema político español.