A partir de ahora deberíamos prescindir de una frase. Palabras más, palabras menos es esta: "Los mallorquines deberían estar agradecidos al turismo. Al fin y al cabo se quedan con todo nuestro dinero." En la mayoría de los casos, esta frase se usa para legitimar otro nuevo exceso o protestar en contra de alguna restricción. A veces también se escucha una variación: "Sin el turismo los mallorquines estarían comiendo del comedero con la ovejas." Así, se pasa de alto que aquí hubo una economía antes del turismo. Y la idea de la riqueza generada parece un cuento de hadas en una isla en la cual el 10,4 por ciento de la población tiene que vivir con menos de 332 euros al mes y donde más de una cuarta parte de la población está en peligro de caer en la pobreza. Una cada vez mayor parte de la fuerza laboral no puede vivir de sus ingresos. Sería fácil ignorarlo. Así como ignoramos tantas cosas porque el mundo es complejo y si no lo hiciéramos nos volveríamos locos. Pero estos trabajadores empobrecidos no son números abstractos. Ellos nos sirven el desayuno en el hotel. ¿Qué tipo de riqueza es ésta, si Aena tiene 100 millones de euros para invertir hasta el año que viene en Son Sant Joan pero no tiene el dinero para pagar de forma decente a sus trabajadores? ¿Una temporada récord tras otra pero en los hoteles los trabajadores - por muy poco cualificados que sean - se columpian todo el verano de un contrato temporal a media jornada a otro? Llegará el momento en el que el turista, que con razón ama la isla, ya no podrá ignorarlo como si no fuese con él. ¿En su casa se empeña en el bienestar de las gallinas ponedoras, pero cuando se va de vacaciones le da igual que la chica de la limpieza no puede vivir de su sueldo? ¡ Qué al menos sonría! ¿ Dónde está el consumidor consciente en el turismo? Los motivos de la pobreza en Mallorca sin duda son diversos y complicados. Pero aquí tenemos una oportunidad de manifestar nuestro rechazo. En vez de encima pedir agradecimientos.