Corren tiempos difíciles para los amantes del deporte profesional en la isla. Real Mallorca se ha hundido en la insignificancia futbolística, Atlético Baleares se ha quedado en las puertas de la Segunda División. El campeón de la Superliga y de la Copa de voleibol, Can Ventura Palma, parece que desaparece después de una sola temporada (p. 22), Palma Air Europa, equipo de baloncesto en la Segunda División, probablemente no podrá seguir compitiendo en la liga después de que la compañía aérea se retirara como patrocinador principal, y el equipo femenino de voleibol, el Cide, no podrá ascender a la Superliga por falta de apoyo financiero. ¿Qué le pasa al deporte de élite en Mallorca?

Está claro que no hay un sola motivo. Las causas del fracaso generalizado son complejas. Los deportistas tienen la menor parte de la culpa. Talentos hay de sobra, en las canteras nunca se había trabajado de manera tan profesional. Y tampoco se echa de menos el apoyo de la población: los equipos de baloncesto, de voleibol o de futsal una y otra vez han llenado el pabellón de Son Moix. Los isleños se dejan entusiasmar por nuevos, exitosos proyectos.

Harina de otro costal es la de los patrocinadores, de los que el deporte profesional depende irremediablemente. Del fútbol las empresas mallorquinas se han retirado hace ya tiempos; fueron extranjeros los que salvaron a Real Mallorca y Atlético Baleares de la suspensión de pagos. En otros deportes, durante años, ha sido Air Europa el más importante patrocinador. El anuncio de querer reducir este apoyo ahora hace temblar a muchos equipos. Y ahí está también - o más bien hay que decir: estuvo - el mecenas de voleibol Dambià Seguí, quien por puro egocentrismo quiso demostrar que Can Ventura podía ser campeón. Y que ahora vuelve a enterrar el equipo.

Por suerte nos queda Rafael Nadal. La perseverancia, tenacidad y seriedad del tenista manacorí deberían ser ejemplo ­para más de uno.