En Mallorca se producen agresiones sexistas con frecuencia y en casi cualquier sitio. No se necesitan estadísticas para saberlo, basta caminar con los ojos abiertos por la calle. Y en algunos lugares sucede más que en otros. Hay que admitirlo - hasta a las mujeres solemos decir: "Si alguien te acosa en la Playa de Palma no te debe extrañar" -. Y seamos sinceros: en los locales de la Calle del Jamón no hay mucha diferencia entre hombres y mujeres a la hora de ligar. ¡Y esto es perfectamente aceptable!

¿Con estos argumentos debemos percibir como normal en este centro de ocio cosas que no lo son? ¿Que al menos no deberían ser normales? ¡No! No para las mujeres que desean disfrutar ni para las que están trabajando ahí. No deben ser manoseadas por docenas de hombres. Ni siquiera por los hombres que cuando van borrachos hasta el exceso se convierten en monstruos guiados por la testosterona, sea en la Playa de Palma o en otro lugar.

Usar cualquier lugar como pretexto para el comportamiento incívico es solo eso: un pretexto. En este sentido no hay diferencias entre vandalismo y agresiones sexistas, peleas o contaminación acústica. Pero fuera de los centros turísticos las agresiones sexistas tampoco son una excepción. La agresión sexual durante las fiestas en Sóller, los manoseos en el correfoc en Cala Rajada y ahora - cómo ejemplo más reciente - las denuncias de dos chicas que el lunes fueron manoseadas en el Much de Sineu. ¿Aumenta el número de estas agresiones? ¿O es que ahora las víctimas comienzan a defenderse en lugar de callar? Lo último es lo más probable. Esto también se debe a la campañas de concienciación tanto a nivel local como estatal. Parece que en España el problema se toma más en serio que nunca. ¡Es lo correcto! Quizás, poc a poc, será normal denunciar lo que para nada es normal.