Mallorca tiene a su haber hermosas bahías, el fastuoso centro histórico de Palma, el patrimonio de la humanidad de la Serra de Tramuntana. Pero la isla alberga también otro tesoro, uno que, entre otras cosas, retiene todo lo anterior en imágenes. Se trata de la colección del conocido y ya muy mayor fotógrafo Josep Planas i Montanyà, un material que desde el cierre de la última tienda de Casa Planas se va cubriendo de polvo sin que la opinión pública se entere. Casi nadie es consciente de lo rica y valiosa que es esta colección que no solo abarca miles de postales y estampas de la isla, sino también cientos de antiguos aparatos fotográficos, proyectores y linternas mágicas.

Basta una corta visita para darse cuenta de que con todo ello se podría llenar un museo. Lo allí almacenado no solo haría las delicias de los amantes de la fotografía. Como "inventor" de la ­postal mallorquina, Josep Planas disponía de un sinfín de imágenes con las que, junto a los folletos de hoteles y afiches publicitarios que asimismo coleccionaba, se podría documentar la historia del turismo en la isla.

Pero, lo dicho: casi nadie se interesa por la herencia de Josep Planas, quien a sus 90 años ya no tiene la fuerza para luchar por su sueño: un museo. Una nieta quisiera rescatar el tesoro del abuelo, pero sola poco puede hacer. Con lo que la pregunta es inevitable: ¿Por que la

escena cultural y artística (internacional) de la isla no se empeña a fondo en este proyecto? Con modelos de financiación como el crowdfunding incluso en épocas de crisis algo se puede hacer. Y en un caso así ni el ayuntamiento de Palma ni el Consell de Mallorca responsable de la protección del patrimonio ni la conselleria de Turisme pueden excusarse alegando falta de fondos. Sería imperdonable si esta colección se perdiese. Máxime si con ella se podría atraer aquel público que

todos siempre anhelan: los turistas cultos.