Es una denominación que trae malos recuerdos: Pactes de Progrés fueron llamados los anteriores Gobiernos de centro-izquierda en Baleares. Tras la dramática derrota electoral de los conservadores, ahora se toma un nuevo impulso para una coalición a la izquierda del centro político. ¿Acaso volverán ahora el caos en el seno del Gobierno, la sangría de turistas como consecuencia de una nueva ecotasa y un fomento intransigente del catalán, tal y como advierten los perdedores de las elecciones?

No necesariamente. Al margen de que el Govern Bauzá, tan amigo de los hoteleros, tampoco brilló por su estabilidad y también hizo estragos con su política lingüista, hay motivos para pensar en que las cosas esta vez podrían salir mejor que en 1999 y 2007. Una de ellas se llama UM. El partido regionalista, entretanto disuelto por corrupción, desató las mayores crisis de Gobierno de aquel entonces con sus pretensiones de poder y acabó por hacer estallar en mil pedazos la coalición con sus escándalos de corrupción. Los actuales aspirantes a gobernar, en cambio, al menos a priori, tienen mucha credibilidad en materia de ética y transparencia y se encuentran ideológicamente bastante más unidos de lo que lo fueron los socios en el pacto con UM.

De los errores se aprende, y dado que tanto la socialista, Francina Armengol, como el líder de Més, Biel Barceló, participaron en el Gobierno de Antich (2007-2011), han de saber muy bien lo que importa. Como por ejemplo el hecho de que no basta con repartirse los cargos. O la convicción de que, en los asuntos de fondo, es necesario incluir en el consenso al adversario político para que con el próximo cambio de Gobierno éste no vuelva a echar todo lo acordado.

Pero ante todo, el nuevo triunvirato sabe de las expectativas en la población. Los viejos y nuevos partidos tienen la responsabilidad de empezar una nueva etapa tras la severa crisis política de España y de poner en práctica las muchas recetas ya ampliamente debatidas. Solo queda desearles mucho éxito en ello.