Mallorca puede acoger 250.000 refugiados" titulamos esta semana en nuestra edición digital. Con ello, nos referíamos a un blog de Andreas Kunze, periodista financiero alemán y colaborador del MZ. Kunze allí enumera las razones por las que desde un punto de vista económico podría ser una buena idea permitir que una parte de los refugiados que llegan a Alemania pasen el invierno en los en esta época desocupados hoteles mallorquines, hasta que en Alemania se puedan construir alojamientos más duraderos. Es un texto conscientemente especulativo y provocador. En esta edición publicamos una versión ampliada en la página 7 de nuestra edición impresa.

Aunque ya nos las temíamos - el fenómeno es conocido - las reacciones fueron desilusionantes: junto a comentarios positivos y razonables objeciones, también nos llegaron muchos mensajes abiertamente racistas. "Alemania colapsará, y usted no hace más que echar gasolina al fuego y quiere poblar el intacto mundo mallorquín, nuestra Mallorca, con musulmanes imposibles de integrar", nos escribió un lector que se despidió con "desprecio" de nosotros. Muchos de estos comentarios dan cuenta de una aterradora estrechez de mentes, que se encuentra en abierta contradicción con la apertura de esta isla, en la que los alemanes representamos el mayor grupo de extranjeros.

Ni Andreas Kunze ni yo creemos en serio que sea realista que este invierno se alojen 250.000 refugiados en Mallorca. Pero también somos de la opinión que esta isla con su gigantesca reserva de camas podría dar cobijo temporal a muchos más refugiados que los 300 hasta ahora previstos. La isla incluso podría beneficiarse económicamente de ello. Pensar así, a contracorriente, no quiere decir que se reste importancia a los problemas relacionados con la crisis de refugiados en Alemania. Por el contrario, es el intento de pensar soluciones poco convencionales para estar a la altura de este reto. Y es un llamamiento a favor de más solidaridad europea. También en este, ­nuestro intacto mundo mallorquín.