Si se nombra Air Berlin en las redes sociales, es casi seguro que enseguida habrá gran cantidad de comentarios sarcásticos - sobre los precios, sobre el recorte de los servicios, sobre una estrategia empresarial de la que, como si del fútbol se tratara, todos creen tener derecho de opinar. Sin embargo, detrás del cinismo se esconde también cierta lástima o por lo menos nostalgia. Air Berlin despierta emociones. Al fin y al cabo, la aerolínea que despegó tan rápido y ahora se encuentra inmersa en turbulencias es un compañero de viaje de muchos años de cualquier residente extranjero en Mallorca.

Recordamos los años del boom, poco después del fin del milenio, cuando reservamos la primera vez un vuelo a través de Internet en vez de acudir como antes a una agencia de viajes. Cuando Air Berlin revolucionó con su sistema de tarifas el mercado, dejó atrás la competencia y apasionó a los clientes con sus ofertas. Cuando los servicios de pago se limitaban a los ­auriculares que de todas formas no eran necesarios para entender los entonces famosos capítulos de la serie "Mr. Bean" en las pantallas de a bordo. Cuando el eslogan del Mallorca Shuttle todavía se podía entender de manera literal y los viajeros regulares se instalaron en su vida entre Düsseldorf y Palma. Cuando se contaban los chollos de Air Berlin a amigos mallorquines -pronunciando el nombre inglés a la española- que se extrañaban de azafatas en vuelos nacionales que no sabían cómo pedir en español a los pasajeros que se abrocharan el cinturón. La aerolínea había crecido tan deprisa que no hubo tiempo para cursos de castellano. Cuando a los ejecutivos de Air Berlin poco les importaba la diplomacia y metían la pata al criticar el Govern de izquierdas o la lengua catalana en vez de remitir al gabinete de prensa.

Hoy, el Govern se preocupa por los puestos de trabajo en vez del idioma a bordo - ¡cómo han cambiado los tiempos! Del gran despegue y del gran hub de Palma solo queda una aerolínea preocupada por su futuro a la que solo reconocemos por el corazón de chocolate que regala a la hora de llegar.