El contraste era evidente: por una parte, el Govern utilizaba las imágenes de la paradisiaca playa de Es Trenc para promocionar Mallorca en ferias turísticas y spots publicitarios. Por otra parte, la administración durante décadas hizo muy poco para garantizar la protección de este sensible ecosistema. Es Trenc se pisoteaba en todos los sentidos, y no solo por el hecho de dejar al turismo de masas asaltar la playa casi sin restricciones. Más allá de ello, las autoridades fueron indolentes al permitir durante años proyectos de construcción por parte de promotores y aparcamientos alegales por parte de los dueños de fincas. Nada importaba mientras que se pudiesen cobrar las sustanciosas concesiones de los chiringuitos.

Ya era hora de que se presentara un plan para declarar la zona como un parque natural que haga honor a este nombre. La manera de preparar y comunicar el proyecto hacen pensar que se trata de un ­planteamiento bien pensado, algo por lo demás imprescindible habida cuenta de los numerosos escollos jurídicos a salvar. Ni es de esperar que cooperen los dueños de los aparcamientos que habrán de ser expropiados forzosamente, ni que sea una verdadera ayuda un alcalde de Campos que no quiere ver la degradación de la playa natural. También está claro que un verdadero parque natural no se consigue a coste cero, para realizar proyectos de protección de las dunas y contratar a guardias se tiene que aprobar un Presupuesto que competirá con la costosa política social e educativa y que difícilmente se podrá financiar solo con los ingresos del nuevo impuesto turístico.

Será una prueba clave para el éxito de su gestión, si el conseller de Medio Ambiente Vicenç Vidal consigue poner en práctica una regulación eficaz que compagine el ocio de los bañistas con la protección del ecosistema. En juego no sólo está la protección de la naturaleza sino también la satisfacción de los turistas de Mallorca que no solo en fotos de archivo quieren

experimentar la belleza de Es Trenc.