Cuando sale la presidenta del Govern en los telediarios nacionales, suele abogar por una coalición de izquierdas en España. La socialista exige que el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, busque un pacto con los partidos de izquierda - incluidos los nacionalistas como en Cataluña, a pesar de sus exigencias de un referéndum de independencia. Argumenta que lo que funciona en Baleares no puede ser un error en España.

Sin embargo, los obstáculos casi insuperables para formar un gobierno a los que los partidos españoles se enfrentan desde principios del año han desembocado en una grave crisis de los socialistas. Sánchez se negó a abstenerse en la última investidura y posibilitar así una mayoría del Partido Popular (PP) y de Ciudadanos en el Congreso de los Diputados. Al mismo tiempo, no se aprecia ninguna opción alternativa para formar gobierno. Después de sufrir amargas derrotas en las elecciones regionales en Galicia y en Euskadi, el partido acabó rebelándose. Sánchez ha fracasado.

No importa qué decidan ahora los socialistas - las ondas de choque también harán temblar el pacto de izquierdas en las islas. Si el partido se mantiene en su negativa al PP, las nuevas elecciones ya están a la vuelta de la esquina. En este caso, los socialistas han de temer otra debacle y por consecuencia también en Baleares una pérdida de imagen de cara a los socios de Podemos, siempre tan seguros de sí mismos. Si los socialistas, después de la derrota de Sánchez, abandonan el bloqueo, la posición de Armengol se debilita aún más - sus socios no van a perdonar que su partido ayude a que Rajoy se mantenga en el poder. Y el pacto en Baleares ya de por sí es frágil. La decisión poco transparente del Govern de retirar la acusación en dos procesos contra Matas, el anterior presidente corrupto (pág. 3), ha tenido como consecuencia graves reproches por parte de Podemos. También en Baleares, sigue el suspense político.