Cómo reza el dicho? La batalla más dura es aquella contra uno mismo. Eso lo está notando también el pacto de izquierdas en su lucha contra las corridas de toros en el Parlament balear. Es una lucha en varios frentes. Desde la izquierda no dejan de presionar los animalistas. Exigen la abolición inmediata de los sangrientos espectáculos y se sienten “decepcionados” y “engañados” porque no todo va tan rápido como quisieran. Y desde la derecha atacan los aficionados taurinos, amenazando con la vía judicial e insultando.

Es, sin embargo, desde arriba donde acecha el supuestamente mayor peligro. Ya en octubre del año pasado, el Tribunal Constitucional dejó claro para el caso de Cataluña que las Comunidades Autónomas no pueden interferir en las competencias del Estado español en lo que se refiere a las corridas de toros. Una dolorosa estocada contra el pacto de izquierdas que había prometido al principio de la legislatura acabar con las corridas. El hecho de que PSIB, Més y Podemos ahora intenten dejar sin espectáculo a los aficionados taurinos a través de una modificación legislativa demuestra que no se dan por vencidos. La estrategia de apostar por impedir de hecho las corridas de toros en vez de prohibirlas del todo no es un compromiso barato, como afirman algunos animalistas, sino la única posibilidad de eludir, eventualmente con éxito, la decisión del Tribunal Constitucional. Es una demostración de espíritu combativo.

Claro que nada atormentaba tanto al pacto como las luchas internas respecto a Fornalutx. Mantener el correbou, ¿sí o no? Las opiniones discrepaban. El hecho de que al final hasta Podemos y Més se rindieran y aceptaran un “sí” es difícil de entender. ¿Dónde ha quedado su espíritu combativo? ¿Y dónde sus convicciones? Casi resulta irónico que al final podría ser la antigua ley de protección animal que acabe con el correbou en el municipio de la Tramuntana.