Con independencia de las preferencias personales y musicales, todos somos un poco el cantante de rock Peter Maffay en Mallorca. El sueño cumplido de la (segunda) residencia en esta isla de belleza extraordinaria. La preocupación por la conservación de esta belleza: Maffay desde hace ya años se involucra en la protección del territorio y la sostenibilidad. La consciencia de que se hace bien en integrarse en la sociedad mallorquina. Pero sobre todo: la idea, tan sencilla como brillante, de que unos días en la isla pueden sentar muy bien a niños y jóvenes que han pasado por experiencias terribles. Mallorca como terapia: en esta noción se esconde la esencia del gran apego alemán a esta isla. Seguramente también por ello fueron y son tantos los que con sus donaciones contribuyen a sostener el trabajo de la fundación Tabaluga, seguramente también por ello los días de puertas abiertas figuraban entre los eventos de habla alemana con mayor número de visitantes de la isla.

Claro que de esto hace ya algunos años. La fundación Tabaluga ha perdido protagonismo, y también Maffay ya no está tan presente en la isla como solía estar, lo que seguramente tiene que ver también con la sepración de su esposa Tania. La relación de Maffay con Mallorca ya no es despreocupada; el semanario "Der Spiegel", en un artículo muy crítico con el trabajo de la fundación, acaba de reunir toda una serie de críticas. Algunas de ellas - sobre todo referentes al supuestamente mal estado de las fincas cercanas a Pollença - son exageradas, otras parecen factibles. Maffay y los responsables de la fundación hasta ahora evitan respuestas concretas.

Se ha perdido fuelle, eso parece al menos. La venta de ambas fincas ha estado sobre la mesa como opción. De ser así, Peter Maffay y los responsables de la fundación - activa también en otras partes -, estarían en todo su derecho. A veces hay que soltar amarras, cambiar de preferencias. La vida sigue. Lo cual no quita que esta despedida sería una gran pérdida para la isla.