Quien como alumno de instituto se vio obligado a traducir "Metamorfosis" de Ovidio, se sentirá tentado a comparar el conflicto por el uso del agua potable para regar los campos de golf de la isla con el episodio conocido como el "Estanque de Latona". Un resumen para refrescar la memoria: Bajo la canícula del verano la diosa Latona y sus dos niños de pecho están a punto de morir de sed cuando encuentran un estanque. Pero los campesinos de Licia le cierran el paso, no la dejan beber.

La diosa primero intenta convencer con argumentos y buenas maneras a los terratenientes. Que ella tiene derecho a beber porque el agua pertenece a todos, dice. "La naturaleza, buena y sabia, hizo para todos el aire, la luz y las olas." Que ella solo pretende satisfacer una necesidad básica y no pretende tomar un lujoso baño. Que además está a punto de morir de sed y que a ellos no les costaría nada salvarle la vida. Y que aunque no tengan compasión de ella, deberían concederle su deseo de beber por el bien de sus críos indefensos.

Insensibles a sus súplicas, los groseros campesinos persisten en su rechazo y hasta se burlan de la madre moribunda. Remueven el agua y se dan un baño en el estanque para evitar que ella pueda beber. Es solo entonces cuando la diosa, furiosa, emplea sus poderes sobrenaturales. Hechiza a los campesinos y convierte en ranas a aquellos maleducados cuyos calumnias, a partir de ese momento, suenan como el croar de las ranas en la onomatopeya de Ovidio: Quamvis sint sub aqua, sub aqua maledicere temptant. (A pesar de estar bajo el agua, bajo el agua intentan seguir maldiciendo.)

Obviamente, los dueños de campos de golf en Mallorca no son, ni mucho menos, los maleducados campesinos de Licia y, lamentablemente, los ecologistas no son dioses. La historia, sin embargo, nos enseña que el agua potable desde siempre ha sido de una importancia vital. Además, hasta el día de hoy rige que la propiedad privada tiene sus límites y que las necesidades básicas son prioritarias. Y que aquel que haga caso omiso a los argumentos expuestos de buena manera, al final, ha de ser castigado.