Más estacionamientos, un club de tercera edad, alguna entidad multicultural, un supermercado: la mayoría de las más bien espontáneas propuestas para la remodelación de la Plaça Major resultan poco esperanzadoras. Para insuflar nueva vida a la más importante de las plazas de la ciudad, se requiere de más imaginación y ambición.

De lo que no hay duda, es de que el actual estado de la plaza no se corresponde a la historia y belleza de Palma. En el mundo superior, un vacío rodeado ante todo por chiringuitos turísticos, en el submundo, oscuros negocios, corredores en penumbra y un parking que ya por la baja altura de sus techos resulta agobiante. Al menos para los ciudadanos de Palma, ambos mundos son más bien no-lugares que suelen cruzar con prisas en su tra­yecto de A hacia B. Aquí nadie se detiene más de lo necesario, este no es un punto de encuentro.

Ahora, sin embargo, el final de la concesión municipal del centro comercial subterráneo abre la posibilidad de repensar la Plaça Major. La propuesta de la asociación conservacionista ARCA de volver a abrir el túnel ferroviario al mar apunta en la dirección correcta. ¿Qué hacer con esta plaza? ¿Cómo unir el mundo superior con el submundo? ¿Que función puede tener un espacio tan histórico en una urbe moderna? Y también: ¿Cómo aunar los intereses de los ciudadanos con los de los visitantes que, en muchos sentidos, también forman parte de esta ciudad? ¿Cómo crear una plaza para todos?

Son estas preguntas que no se responden a la rápida y con estrechez de mentes. El ayuntamiento debería apurarse para convocar un concurso internacional de ideas. Y no dejar pasar esta oportunidad.

En alemán: el artículo de nuestra colega Lisa Herding sobre el debate en torno a la Plaça Major.