Wer ganzjährig auf Mallorca lebt, für den ist klar: Mallorca hat im Herbst seinen speziellen Reiz. So manch einer atmet regelrecht auf, wenn Tropennächte und Touristenmassen sich langsam verziehen. Graue Landschaft, Kälte und Dauerregen verknüpft hier niemand mit dem Herbst – wir sind ja nicht in Deutschland. Vielmehr können Alltag und Insel jetzt viel leichter genossen werden, nicht jeder Handschlag ist schweißtreibend, und Strände und Berge laden regelrecht zu Spaziergängen und Ausflügen ein. Auch der Sport- und Kulturbereich blüht nach dem Sommerloch auf.

Das Gefühl verstärkt sich mit den Jahren. Je mehr Hitzesommer und milde Herbste man auf Mallorca miterlebt hat, desto weniger versteht man, warum so viele ausländische Urlauber so scharf darauf sind, in der Hochsaison zu kommen. Seit Jahren reden Politik und Wirtschaft davon, die Saison in den Spätherbst hinein verlängern zu wollen, und seit Jahren funktioniert es kaum.

Vielleicht weil die Marketingstrategie für die Balearen zu wenig durchdacht und kundenorientiert ist, wie mehrere Akteure kritisieren. Vielleicht auch, weil es Hoteliers, Einzelhändlern und der Ausflugsbranche oft an Mut fehlt und sie aus Angst vor Verlusten zu früh in die Winterpause gehen.

Es wäre eine Ironie des Schicksals, wenn gerade die Pandemie nun dafür sorgen sollte, dass die reisehungrigen Urlauber jetzt auch jenseits der Strandsaison vermehrt nach Mallorca fänden. Zu hoffen wäre es. Denn wer einmal die Vorzüge von Mallorcas Herbst erlebt, der wird vielleicht auch nächstes Jahr für den otoño buchen.

Más vale otoño que verano

Los que vivimos en Mallorca durante todo el año, lo tenemos claro: Mallorca tiene un encanto especial en otoño. Muchos dan un suspiro de alivio cuando se retiran las noches tropicales y el turismo de masas. En Mallorca, los paisajes grises, el frío y la lluvia no son sinónimos de otoño. No estamos en Alemania. Aquí se vuelve más fácil disfrutar del día a día y de la isla en sí cuando ya no se empieza a sudar con cada apretón de manos y cuando las playas y la montaña invitan a paseos y excursiones. También el deporte y la cultura reviven después del parón en verano.

Esa sensación cobra más fuerza con los años: cuántos más veranos de calor sofocante y más suaves otoños uno ha vivido, menos se entiende por qué los turistas extranjeros se empeñan por venir en temporada alta. Desde hace años, políticos y economistas hablan de prolongar la temporada y desde hace años apenas funciona. Tal vez porque la estrategia de marketing para las islas no esté lo suficientemente pensada y centrada en los clientes, como critican varios interlocutores. O tal vez porque con frecuencia les faltan agallas a hoteleros, comerciantes y touroperadores que al temer pérdidas hibernan antes de tiempo.

Sería una ironía del destino si precisamente la pandemia se encargase de atraer a Mallorca turistas ansiosos de viajer más allá de la temporada de la playa. Ojalá. Porque los que una vez viven las ventajas del otoño en Mallorca, quizás reserven también para el año que viene.