Kritiker – oft, aber nicht ausschließlich aus der linksökologischen Ecke – fordern ihn seit Jahren, den Wandel des Tourismusmodells auf Mallorca. Hin zu mehr Diversifizierung und Nachhaltigkeit, zu mehr Qualität und weniger Quantität. Spätestens seit Corona auf die harte Tour verdeutlicht hat, wie abhängig die Inselwirtschaft von der Urlaubsbranche ist – und wie verletzlich sie sich damit macht –, wird diese Forderung auch von (fast) allen anderen geteilt. Doch bisher war es nur Gerede.

Ein tragfähiges Gerüst für Veränderung

Der jetzt von der Landesregierung vorgestellte Entwurf für ein neues Tourismusgesetz scheint hingegen ein tragfähiges Gerüst für Veränderung zu sein. Die Vorgaben zwingen die Hoteliers dazu, ressourcenschonender und umweltfreundlicher zu agieren und ihre Mitarbeiter fairer zu behandeln. Allerdings besteht der Tourismus auf Mallorca aus weit mehr als der Hotellerie. Er umfasst die gesamte saisonale Branche, von Restaurants und Discos über Souvenirshops und Verleihfirmen bis zu Anbietern von Freizeitaktivitäten.

Und dort liegt noch einiges im Argen – in Sachen Nachhaltigkeit genauso wie bei den Arbeitsbedingungen. Hier von grünem, arbeitnehmerfreundlichem Tourismus zu sprechen, wäre falsch, damit zu prahlen geradezu vermessen. Und: Grundlegende strategische Fragen bleiben offen. Wie viel Tourismus ist gut für Mallorca? Und wie viele Besucher via CO2-Killer Flugzeug sind vertretbar? Einen Paradigmenwechsel, wie die balearische Ministerpräsidentin ihn nennt, stellt das neue Gesetz noch nicht dar. Aber es ist ein ambitionierter erster Schritt in die richtige Richtung.

Los críticos –a menudo, pero no exclusivamente, de la izquierda ecologista– llevan años reclamando el cambio de modelo turístico en Mallorca. Hacia una mayor diversificación y sostenibilidad, hacia más calidad y menos cantidad. A más tardar desde que la covid por las malas dejara en claro lo dependiente que es la economía de la isla del sector turístico – y lo vulnerable que se vuelve con ello–, esta postura es compartida por (casi) todos.

Pero hasta ahora no eran más que palabras. El borrador de la nueva ley de Turismo presentado por el Govern (pág. 8), por contra, parece ser un marco sólido para el cambio. La normativa obliga literalmente a los hoteleros a actuar de forma más respetuosa con los recursos y el medio ambiente y a tratar bien a sus empleados. Sin embargo, el turismo en Mallorca, como sabemos, es mucho más que hoteles. Abarca todo el negocio estacional, desde restaurantes y discotecas hasta tiendas de souvenirs, empresas de alquiler y proveedores de actividades de ocio, y en todas partes queda mucho por hacer, tanto en términos de sostenibilidad como de cumplimiento de la legislación laboral.

Así, no cabe hablar de turismo ecológico y respetuoso, y menos alardear de ello. Las preguntas estratégicas cruciales siguen sin respuesta: ¿Cuánto turismo es bueno para Mallorca? ¿Cuántas viajeros de un medio de transporte contaminante como el aéreo son asumibles? La nueva ley no representa un cambio de paradigma, como sostiene Francina Armengol. Pero es un primer y ambicioso paso en la dirección correcta.