Spaniens Ministerpräsident Pedro Sánchez kann sein unverhofftes Glück kaum fassen. Die Umfragewerte und jüngsten Wahlergebnisse seiner Sozialisten sind alles andere als schmeichelhaft. Plötzlich zerlegt sich die Opposition binnen weniger Tage vor aller Augen selbst. Der Vorsitzende der konservativen Volkspartei (PP), Pablo Casado, ist dem seit Längerem schwelenden Machtkampf mit der Regierungschefin von Madrid, Isabel Díaz Ayuso, zum Opfer gefallen.

Auslöser der einzigartigen Krise ist ein Verdacht auf Korruption. Der Bruder von Díaz Ayuso kassierte Geld von einem befreundeten Unternehmer, der von der Regionalregierung Madrids für Atemschutzmasken 1,5 Millionen Euro erhielt. Casado dachte, dass er mit dieser Information die Ambitionen seiner Rivalin in Schach halten könnte. Doch die Politikerin drehte den Spieß um und stilisierte sich selbst zum Opfer einer Erpressung durch die Parteispitze. Damit zog sie die meisten Parteifreunde auf ihre Seite, wie auch die konservativen Medien.

Das Aberwitzige an der Revolte ist, dass der Korruptionsverdacht im konservativen Lager kaum zählt im Gegensatz zum vermeintlichen „Verrat“ durch Casado. Einmal mehr beweist die PP, dass Transparenz und sauberes Verhalten nicht zu ihren Prioritäten zählen. Das Positive am Niedergang Casados ist, dass damit eine konstruktivere Opposition einziehen könnte. Der designierte Nachfolger an der Spitze der PP, der Ministerpräsident Galiciens Alberto Núñez Feijóo, pflegt einen gemäßigteren Ton im Vergleich zur teilweise absurden Aggressivität Casados.

Al presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, le costará creerse este inesperado golpe de suerte. Los sondeos y los últimos resultados electorales no eran nada halagüeños para su partido socialista. Pero de repente, en cuestión de días y ante los ojos de todo el mundo, la oposición se rompe a si misma. Pablo Casado, el presidente del Partido Popular (PP), ha caído víctima de la larga lucha de poder interna con la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. El origen de esta inédita crisis es una sospecha de corrupción. El hermano de Díaz Ayuso cobró de un empresario amigo a quien el gobierno de la comunidad autónoma de Madrid pagó 1,5 millones de euros por comprar mascarillas. Casado creía que esta información le serviría para contener las ambiciones de su rival. Pero la dirigente dio la vuelta al asunto y se erigió como víctima de un chantaje por parte de la dirección del partido. Así logró el apoyo de la mayoría de sus correligionarios y también de la prensa conservadora. Lo alucinante de esta revuelta es que a los conservadores apenas les importa la sospecha de corrupción frente a la supuesta „traición“ de Casado. Una vez más, el PP demuestra que la transparencia y una conducta limpia no figuran entre sus prioridades. Lo positivo de la caída de Casado es la posibilidad de que ahora llegue una oposición más constructiva. El sucesor designado al frente del PP, el presidente gallego Alberto Núñez Feijóo, cultiva un discurso más moderado frente a la a veces absurda agresividad de Casado.