El festival MúsicaMallorca y las actuales rencillas sobre su sede en el Teatre Principal son un buen ejemplo de las tensiones que rodean a muchas empresas alemanas en Mallorca. Suelen impulsarse con desbordado entusiasmo y lanzarse a lo grande, para con frecuencia estar consideradas por los mallorquines como "una cosa de los alemanes" que se observa con sorpresa, a veces también con molestia, pero por lo general con indiferencia. Sus promotores llegan a la isla con camionadas de know-how alemán y concepciones alemanas, muchas veces ni siquiera hablan español, e incluso en el caso de que a lo largo de los años tengan éxito se siguen percibiendo un poco como un elemento extraño. En el caso de Música Mallorca esto se expresa en que el nuevo director del Teatre Principal, Carlos Forteza, no considera necesario establecer una relación constructiva con el fundador y responsable del festival Wolf D. Bruemmel, quien, por cierto, tampoco es un personaje fácil en materia de negociaciones.

Forteza, que en lo temático pretende otros acentos, se ha mostrado poco cooperador en lo que a la venta de entradas y la publicidad exterior se refiere y hasta ahora deja en el aire si su teatro también estará a disposición para la próxima 15. edición del festival. No debería dudarlo más y responder afirmativamente. Porque MúsicaMallorca es también un buen ejemplo de que pese a todos los obstáculos descritos las empresas transfronterizas pueden funcionar. Al igual que en los años anteriores y pese a la prácticamente inexistente publicidad el teatro se llenó, y no solo de extranjeros sino al menos en un cincuenta por ciento de mallorquines, también representados sobre el escenario: cantaba la Capella Mallorquina y tocaba la Orquesta Sinfónica de Berlín. La cultura, se sabe, trasciende fronteras. Este festival, financiado íntegramente con recursos privados, funciona. Desde hace 14 ediciones. Puede que su enfoque de llevar al escenario con músicos de alto nivel música clásica popular no encaje dentro del exigente programa del nuevo director. Pero haría bien en no hacerle ascos.