Felicitar al Govern por la ampliación del Parc de Llevant es un poco como alabar las buenas intenciones de alguien que ahora quiere hacer ejercicio con regularidad. A ver qué sale de ahí. En cualquier caso, los propósitos son muy detallados, ambiciosos y, salvo disposiciones como la relativa a la correa para perros, susceptibles de obtener el respaldo de la mayoría. En las 40 páginas del plan de ordenación publicado ahora en el BOIB hay muchas cosas sensatas.
Se integrarán y unificarán las anteriores zonas de conservación –ZEC, LIC o ZEPA–, con lo que una alfombra de parches se convertirá en un ecosistema permeable. La caza solo se permite para regular las poblaciones, el cultivo intensivo y la manipulación genética están vetados para los agricultores. Los quads deben quedarse fuera, al igual que los rodajes de realities –de acuerdo. El por lo demás obvio principio de la normativa es que ha de ser posible disfrutar de la naturaleza virgen de la costa noreste sin dañarla, aunque de momento seguramente no todas las disposiciones hayan sido pensadas hasta el último detalle.
No obstante, muchos puntos no afectan a los usuarios, sino a la administración: desde la prevención de incendios hasta la protección de yacimientos etnológicos, pasando por la designación de caminos públicos. Por no hablar del reto que supone controlar el uso. Las autoridades se han puesto deberes en las más de 17.000 hectáreas de superficie terrestre y acuática que requerirán de mucho dinero y recursos para que la zona protegida no exista solo sobre el papel.