Mejor no imaginar cómo se ha de sentir un agente de la Policía Local de Palma en servicio. ¿Cómo ejercer de autoridad si una treintena de compañeros son investigados por delitos de corrupción? ¿Si casi todos los días salen nuevos detalles sobre el supuesto abuso de poder en la vida nocturna de Palma? Y sobre todo, ¿si el jefe de la Policía Local no sólo desacredita con patéticas palabras en Facebook a los agentes que destapan las faltas, sino también denunca una conspiración de periodistas, justicia, políticos y delincuentes contra los guardianes del orden?

Al igual que en los otros grandes casos de corrupción en Mallorca, las investigaciones son intensas, pero lentas. Como resultado de la complejidad del caso y la falta de recursos, el sumario tras dos años de investigaciones de momento sigue siendo secreto. Esta incertidumbre no solo complica la situación de los afectados y sus familiares, sino también la respuesta ­política a este escándalo policial. No solo las amenazas anónimas contra los supuestos traidores sino también las acusaciones en Facebook demuestran que el escándalo se ha salido de las manos de los políticos en el ayuntamiento de Palma. Con este jefe de policía, no era posible comenzar de nuevo.

A pesar de la incertidumbre reinante, desde ya se puede constatar que sólo un mando externo puede sacar de este atolladero a la policía. Es de saludar que se realizará una convocatoria abierta para un puesto al que también podrán aspirar miembros de otras unidades policiales. El futuro jefe dendra que encargarse de que el sentido de justicia esté por encima del compañerismo. No cabe duda de que no se puede responsabilizar a todos los agentes por el comportamiento de sus compañeros. Pero sí hay que preguntarse cómo estas maquinaciones pudieron quedar ocultas durante tanto tiempo y tuvo que ser la Policía Nacional y la Guardia Civil los que las destaparan al investigar en el entorno de los Hells Angels. Tomará su tiempo hasta que los policías locales puedan hacer su trabajo con normalidad.