Sin duda, Madrid tiene una alta calidad de vida. La capital seduce a muchos ciudadanos acaudalados no solo con su rica oferta cultural, sus elegantes restaurantes y sus tiendas de lujo. El gobierno regional ha prácticamente abolido los impuestos de sucesiones y de patrimonio, por lo cual gente con dinero gusta trasladar allí su domicilio. El presidente conservador de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, ha contraatacado al anunciar que también acabará con el impuesto sobre el patrimonio en la región con mayor renta de España. Con ello pretende recuperar los empresarios pudientes fugados a Madrid.
Con razón, el gobierno de izquierda y muchos expertos denuncian un dumping fiscal desleal, que va en detrimento de recursos públicos. A nivel internacional se está trabajando en frenar esta carrera a la baja, por ejemplo con una tasa mínima del impuesto de sociedades. Aun así, pedir una „recentralización“ de las competencias fiscales de las 17 comunidades autónomas solo se justifica en determinados aspectos. El margen de maniobra para poner tasas propias como el IRPF permite a las regiones menos desarrolladas contrarrestar un poco el empuje de los polos económicos. Los impuestos de herencia y de patrimonio, por contra, no deberían formar parte de estos instrumentos fiscales. Estos tributos son fáciles de evitar, especialmente para gente que puede permitirse un domicilio en Madrid o Sevilla. La redefinición del sistema de financiación autonómica es una de las reformas estructurales que más urge.