La celebración de un 50 aniversario suele ser una ocasión para mirar hacia los próximos 50 años. En el caso del GOB, ya la perspectiva de los próximos cuatro años plantea bastantes retos. Tras ocho años de Govern de izquierdas, cuya política medioambiental no fue suficiente para los activistas, ahora se avecina un gobierno del PP, que amenaza con depender de Vox, negacionistas del cambio climático. Hay evidente potencial de conflicto. ¿Cómo abordará el nuevo Govern la política de carreteras, que últimamente se ha reducido a obras de reparación y nuevas rotondas? En el debate sobre la escasez de viviendas, ¿de qué manera se flexibilizarán las normas de construcción y se permitirán urbanizaciones? Menos obvio, pero no menos importante, es aquello que no está ocurriendo.
Hay que mantener la red ampliada de parques naturales y aplicar la protección de la posidonia, lo que requiere de recursos financieros y humanos. Pero, sobre todo, la protección del clima es un tema en el que el GOB se verá desafiado, no sólo por las decisiones políticas, sino también por su propia actitud. No basta con fotovoltaica en tejados particulares y polígonos industriales en Mallorca. En lugar de adoptar una postura frontal contra los parques solares en suelo rural, el GOB debería ayudar a dar forma a este desarrollo y promover soluciones que estén en armonía con la agricultura y la protección del paisaje. El clima también necesita imperiosamente la fuerza históricamente demostrada del GOB.