Meinung | Kommentar

Gratis Bus und Zug fahren auf Mallorca - ist das schon die Lösung?

Ein Kommentar von MZ-Vize Frank Feldmeier zur Politik des öffentlichen Nahverkehrs auf Mallorca

Das Guthaben auf der Fahrkarte, es scheint für ewige Zeiten zu genügen, geht doch die Kostenfreiheit im öffentlichen Nahverkehr auf Mallorca 2024 in eine neue Runde. Weder für Fahrten mit Bahn und Metro noch für den Stadtbus in Palma oder den Überlandbus müssen Residenten zahlen. Wie soll man so etwas nicht gut finden?

Der Preis ist schließlich nicht unwichtig für die Attraktivität von Bus & Bahn im Vergleich zum Auto. Gerade Geringverdiener haben dank der Subvention eine Sorge weniger, wenn es um die enormen Lebenshaltungskosten auf Mallorca geht. Ohne das Kramen nach Münzen beim Einsteigen verkürzt sich die Pause an der Haltestelle. Und da die Fahrgäste für die kostenlose Benutzung eine Karte beantragen müssen, werden sie systematisch in das Tarifsystem der Öffis gelockt – und bleiben hoffentlich dabei, wenn die Mitfahrt irgendwann wieder kostenpflichtig wird. Also alles paletti?

Der Umstand, dass die Zahl der Fahrgäste mit der Gratis-Politik zwar gestiegen, aber nicht explodiert ist, sollte zu denken geben. Nicht die Tarife, sondern der stockende Ausbau von Netz und Frequenzen sind das Hauptproblem von Mallorcas ÖPNV im Wettbewerb mit dem Auto. Zumal die regierenden Konservativen ständig neue Ideen haben, um die Probleme im Straßennetz auszubügeln.

Würde man öfter einsteigen, schneller vorwärts kommen und mehr Orte erreichen können, hätte eine Verkehrswende sehr viel mehr Aussichten. Das freilich kostet mehr Geld und Kreativität als das Umlegen einer populistischen Subvention aus Madrid.

Die Überlandbusse bleiben wie die Züge für Balearen-Bewohner gratis.

Die Überlandbusse bleiben wie die Züge für Balearen-Bewohner gratis. / DM

Ir gratis no lo es todo

El crédito de la tarjeta parece que va a durar para siempre, ya que la gratuidad del transporte público en Mallorca va a entrar en una nueva fase en 2024. Los residentes no tendrán que pagar ni por el tren o el metro ni por los autobuses de la EMT o del TIB. ¿Cómo no alegrarse de ello?

Al fin y al cabo, el transporte público gana en atractivo frente al coche. Gracias a la subvención, sobre todos las personas con bajos ingresos tienen una cosa menos de qué preocuparse . Sin tener que hurgar por monedas al subir, la pausa en la parada del autobús se recorta. Y dado que los pasajeros tienen que solicitar una tarjeta para ir de forma gratuita, se les atrae sistemáticamente al sistema de tarifas del transporte público – y es de esperar que se adhieran a él cuando el viaje vuelva a ser de pago en algún momento. ¿Así que todo bien?

El hecho de que el número de pasajeros haya aumentado, pero no explotado con la política de gratuidad debería hacer reflexionar. No son las tarifas, sino la vacilante ampliación de la red y de las frecuencias el principal problema del transporte público respecto a la competencia con el automóvil. Sobre todo cuando los conservadores en el poder no dejan de proponer nuevas ideas para solucionar los problemas de la red viaria.

Si se pudiera subir al autobús con más frecuencia, viajar más rápido y llegar a más sitios, el cambio de tendencia en el transporte tendría muchas más perspectivas. Por supuesto, esto costaría más dinero y creatividad que una subvención populista de Madrid.