Es wirkt ein bisschen schizophren: Bleiben die Urlauber aus wie zu Corona, herrscht auf Mallorca Krisenstimmung. Jobs gehen verloren, lange Schlangen vor den Tafeln, Zukunftsangst. Kommen die Touristen in großer Zahl, überwiegen ebenfalls die Sorgen auf der Insel. Das Wasser wird knapp, die Gentrifizierung nimmt zu, Zukunftsangst. Gesucht ist ein Gleichgewicht, das sich der Linkspakt zwar in sein Regierungsprogramm geschrieben hat, das sich aber in der Praxis nur schwer steuern lässt.

Wie kompliziert und wie heikel diese Aufgabe ist, zeigt die derzeitige Krise im Inselrat – ein geplantes Sponsoring-Abkommen mit Real Mallorca zum Tourismusmarketing erweist sich als Spaltpilz für die Koalition aus Sozialisten einerseits sowie Més und Podemos andererseits.

Wer dabei sachliche Argumente für das Abkommen anführt – zum Beispiel, dass es um die Belebung der Nebensaison geht –, hat das eigentliche Problem nicht verstanden: Die derzeitige Supersaison mit ihren ökologischen und sozialen Nebenwirkungen lässt die tourismuskritischen Juniorpartner bei ihren Wählern schlecht dastehen, zumal die bislang beschlossenen Initiativen für mehr Nachhaltigkeit in der Urlauberindustrie erst noch Wirkung zeigen müssen. Für Més und Podemos steht nicht weniger als ihre Glaubwürdigkeit auf dem Spiel.

Der Konflikt wirft zudem eine prinzipielle Frage auf: Braucht Mallorca wirklich Werbung? Mal ehrlich: Welchen Effekt hat schon Stadionwerbung im Vergleich zu beständigen Gratis-Schwärmereien auf Instagram, Doku-Soaps im TV und dem ohnehin angeborenen Mallorca-Enthusiasmus der Deutschen?

¿Para qué promocionar Mallorca?

Parece un poco esquizofrénico: Cuando los turistas no vienen, como ocurrió por el Covid, Mallorca entra en crisis. Se pierden puestos de trabajo, hay largas colas ante los bancos de alimentos, se teme por el futuro. Cuando los turistas acuden en gran número, también predominan las preocupaciones. Menos agua, más gentrificación, se teme por el futuro. Lo que se busca es el equilibrio que el pacte de Govern lleva en su programa pero que en la práctica es difícil de controlar.

Qué tan complicado y delicada es esta tarea lo demuestra la actual crisis en el Consell: un acuerdo de patrocinio con el Real Mallorca sobre marketing turístico amenaza con hacer estallar en pedazos el pacto entre socialistas, por un lado, y Més y Podemos, por el otro.

Quienes citan argumentos de peso a favor del acuerdo –por ejemplo, la desestacionalización– no han entendido el verdadero problema: la actual supertemporada, con sus efectos secundarios ecológicos y sociales, hace que los socios pequeños, críticos con el turismo, queden mal con sus votantes, sobre todo porque las iniciativas para un turismo sostenible adoptadas hasta ahora todavía no han surtido efecto. Para Més y Podemos está en juego nada menos que su credibilidad.

El conflicto también plantea una cuestión de principios: ¿Realmente necesita Mallorca publicidad? Seamos sinceros: ¿qué efecto tienen las pancartas en Son Moix en comparación con el constante entusiasmo gratuito en Instagram, los realities en la televisión y la innata pasión de los alemanes por Mallorca?