Meinung

Luxusversuchung Privatjets: Die Airlines müssen reagieren

Der Boom der Privatflieger ist überaus klimaschädlich. Gegensteuern könnten aber auch die kommerziellen Fluggesellschaften, findet MZ-Redakteur Ralf Petzold

Dass die Schönen und Reichen in einer eigenen Welt leben, ist nicht neu. Ein Cristiano Ronaldo wird in seinem Leben wohl nicht mehr in ein Linienflugzeug steigen. Ihm den Privatjet zu verbieten, scheint utopisch. Aber zumindest sollten Leute wie er darüber nachdenken, ob ein Flug um die halbe Welt für einen Wochenendausflug notwendig ist.

Auf der anderen Seite dürfen die Jets nicht völlig zum Volksflieger verkommen. Die Preise für die Privatflüge sind teilweise so stark gesunken, dass manch einer aus dem Mittelstand sich überlegt, sich einmal einen solchen Luxus zu gönnen. Das drückt sich in dem Boom einer Branche aus, die auch Mallorca im Blick hat.

Es ist verständlich, dass man etwas vom Kuchen probieren möchte, den sonst nur Wirtschaftsbosse, Hollywoodstars oder Weltfußballer essen dürfen. Dabei gilt in der Ernährung wie auch in der Klimakrise praktisch das gleiche Motto: Once on the lips, forever on the hips (Einmal auf den Lippen, für immer auf den Rippen).

Denn der eine Inselbesuch im Privatflieger entspricht schnell der CO₂-Emission, die man sonst im ganzen Jahr verbraucht. Die bekommt man dann auch nicht ausgeglichen, indem man ein paar Euro an einen Umweltschutzverband spendet. Diese Luxus-Versuchung könnte die sogenannte Holzklasse zumindest etwas mindern, indem sie den Service wieder hochschraubt. Eine Reise ohne streikendes Personal, stundenlange Warteschlangen an der Sicherheitskontrolle oder Probleme bei der Mitnahme des Handgepäcks gilt heutzutage auch schon als Luxus.

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Que los ricos y famosos vivan en su propio universo no es ninguna novedad. Es probable que Cristiano Ronaldo no vuelva a subir a un avión comercial en toda su vida. Prohibirle los aviones privados parece utópico. Pero al menos la gente como él debería plantearse si realmente es necesario sobrevolar medio planeta para un viaje de fin de semana.

Por otra parte, no se ha de permitir que los aviones privados se conviertan en un medio de transporte masivo. Los precios han bajado tanto en algunos casos que más de un miembro de la clase media se plantea darse ese lujo. Esto se manifiesta en el auge de una industria que también tiene a Mallorca en el punto de mira. Resulta comprensible que la gente quiera probar de un pastel que, de otro modo, sólo pueden degustar grandes empresarios, estrellas de Hollywood o balones de oro. Sucede, sin embargo, que en la crisis climática vale lo mismo que en la alimentación: Once on the lips, forever on the hips (Una vez en los labios, para siempre en las caderas).

Visitar la isla en un avión privado rápidamente equivale a emitir tanto CO₂ como de otro manera se consumiría en todo el año. Esto no se compensa donando unos euros a una organización de protección del medio ambiente. Las aerolíneas comerciales podrían reducir al menos un poco esta tentación de lujo mejorando de nuevo el servicio. Un viaje sin personal en huelga, colas de horas en el control de seguridad o problemas con el equipaje de mano también se considera un lujo hoy en día.